Evangelii Gaudium (La Alegría del Evangelio) es el primer documento importante que escribe el Papa Francisco como tal. Algunos han visto en él (el Papa) y en él (el documento) un cambio respecto al histórico inmovilismo Vaticano, un inmovilismo que cíclicamente hace que la Iglesia Católica llegue siglos después a las metas ya superadas por sus fieles y no digamos ya por sus “no fieles”. El Papa argentino Jorge María Bergoglio dice entre otras cosas que:
“todas las tradiciones, normas y preceptos que la Iglesia ha ido adquiriendo a lo largo de los siglos son susceptibles de ser discutidos y cambiados. No tengamos miedo de revisarlos” (Los cardenales y los obispos contemplando cambios en sus estructuras como si fueran curas de barrio? Esto promete)
O dice esto otro:
“Los preceptos añadidos a los Evangelios por la Iglesia deben exigirse con moderación para no hacer pesada la vida de los fieles y para evitar convertir esa religión en una esclavitud” (Religión esclava, bien por el apunte aunque llegue tarde)
O esto otro:
“La eucaristía no es un premio para los perfectos sino un generoso remedio y un alimento para los débiles. Estas convicciones también tienen consecuencias pastorales que estamos llamados a considerar con prudencia y audacia” (Darán la Eucaristía a divorciados, abortistas y demás abominables pecadores???)
O esto otro:
Me corresponde como obispo de Roma (No le gusta proclamarse Papa) estar abierto a las sugerencias que se orienten en un ejercicio de mi Ministerio que lo vuelva más fiel al sentido que Jesucristo quiso darle y a las necesidades actuales de la evangelización (Está poniendo en duda esa infalibilidad eterna de la cúpula católica?)
Estas primeros movimientos del nuevo Papa son dignos de elogio, sobretodo porque se alejan de la cansina, desesperante y a menudo chulesca posición de la Curia Vaticana (Algún día tomarán nota tantos otros autodenominados ministros de Dios??)
Pero todos sabemos que las palabras se las lleva el viento y que por qué hablar cuando se puede actuar?
El Papa Francisco, el obispo de Roma, el Pastor de los Pobres debe pasar de los dichos a los hechos. El Vaticano y la Iglesia siguen rezumando riqueza: empresas, patrimonio, propiedades, oros, piedras preciosas y sobretodo PODER…, Mucho poder. Eminencia, suelte lastre, calce de verdad las sandalias de pescador y reparta que hay mucha necesidad. No tengo ninguna duda que así lo quiere el Altísimo. Ah y ruegue porque Él y la Guardia Suiza le protejan. Suerte.